Me llamo Francisca, tengo 21 años y estoy cursando mi segundo semestre de Medicina en la Universidad Mayor de Temuco, pero el camino no fue así de fácil. Yo soy de Concepción, salí el año 2020 de cuarto medio, y de ahí en adelante tenía una única meta: entrar a Medicina.
Durante mi enseñanza media mis notas eran buenas, pero nunca sobresalientes, veía a mis amigas con notas excelentes que querían la misma carrera que yo, los profes les decían que les irá bien en la U y a mí me sugerían buscar otra carrera, y lo intenté, pero con la única carrera que vibraba, era con Medicina. En los consejos de curso, cuando mi profesora jefa preguntaba por la carrera que elegiríamos, me daba vergüenza decir Medicina, porque no cumplía con el perfil de excelencia.
Di la prueba por primera vez en enero del 2021, en medio de una pandemia en donde la pasé pésimo en todo ámbito, saqué buen puntaje en lenguaje, pero matemática y ciencias me jugaba en contra, postulé esperando un milagro, y quedé a dos puntos de entrar. Veía a mis amigas felices que entraron a sus carreras soñadas y yo me sentía atrás, que la vida avanzaba y yo no podía seguir el ritmo, me cuestioné muchísimo mi elección de carrera, busqué alternativas, pero ninguna me convencía.
Mis papás estaban apoyándome, buscando opciones, hasta que un día antes de iniciar las clases en la Universidad San Sebastián, decidí entrar a Bachillerato en Ciencias de la Salud. Ese año estudié como nunca, más de lo que debía, pasaba días enteros estudiando encerrada, mi mamá que se moría de pena al ver que ya ni siquiera comía por estar estudiando, me plantea la opción de salirme de Bachillerato, y estudiar para la prueba, y yo, en mi afán de entrar a la carrera, decido entrar a un preuniversitario y seguir con Bachillerato al mismo tiempo, mis clases de la U comenzaban a las 8, terminaban a las 16.00 y a las 16.30 comenzaban mis clases del preu, hasta como las 21.30, de ahí estudiaba para el día siguiente hasta las 01.00 y al otro día me levantaba a las 6 para seguir el mismo ritmo. Me estaba yendo bien, pero mientras mis notas subían yo solo me hundía.
Hasta que me quebré, no pude con tanto y lo único que quería hacer era desaparecer, y volvió la duda, ¿seré yo el problema? Quizás el resto tenía razón y yo simplemente no estaba hecha para medicina, no era suficiente. Me salí de Bachillerato, rendí la prueba por segunda vez en Diciembre del 2021, me fue mejor, pero seguía sin ser suficiente, postule a 9 universidades en Medicina, y la décima opción fue Derecho en la Universidad de Concepción, quedé en esta última, fui la 3ra en entrar a la carrera, y lloré, como nunca había llorado, me metí al grupo de mechones de ese año y todos estaban felices, que Derecho era la carrera de sus sueños y que ya se habían matriculado, mientras yo solo quería, llorar, les pedí a mis papás que por favor no me obligarán a entrar, que no me gustaba, porque la verdad es que yo estaba tan segura de que entraría a Medicina que cuando postulé a Derecho ni siquiera me lo cuestioné.
Finalmente cedí mi cupo en Derecho, y mi mamá convenció a mi papá de permitirme tomarme un último año únicamente para preparar la prueba, era eso o entrar a Obstetricia por admisión especial. Me tomé el año, pero esta vez, no me dejé de lado, empecé a trabajar haciendo clases a niños de primero y segundo básico, ayude en un preuniversitario gratuito, conocí a la que hoy es mi mejor amiga, estudie y fui feliz, llegó el momento de dar la prueba por última vez, pero ahora segura de mí misma y de mi trabajo, de las 60 preguntas, tuve 2 malas en matemática, yo que con suerte llegaba al 4 en matemática en el colegio, ese fue mi mejor puntaje, en ciencias llegué a los 800(en escala de 1000), y en lenguaje tuve 904 puntos.
Y por fin lo logré, en marzo del 2023, llegué a Temuco, a una ciudad que no conocía en donde no tenía a nadie, pero todas las herramientas que adopté en este camino me ayudaron a sortear todos los problemas, hasta este momento.
Si hoy cuento mi historia, no es porque quiera aparentar ser mejor que el resto, mi objetivo es dejar 3 consejos:
1. Jamás dejarte de lado:
Si hubiese seguido con el estilo de vida que llevaba en Bachillerato, lo más probable es que el cansancio me hubiese ganado y no hubiese podido llegar a donde estoy ahora. La salud y el bienestar son lo principal para lograr los resultados que uno espera, recuerda dormir lo suficiente, alimentarte y tener pequeños momentos de break entre las horas de estudio. El método Pomodoro es una excelente herramienta para evitar el cansancio mental.
2. El límite te lo pones tu:
Si me hubiese detenido a escuchar los comentarios del resto, probablemente estaría en otra carrera, sin las herramientas que obtuve en el camino, cuestionándome mi decisión y soñando con haber entrado a lo que realmente me gustaba. Como dicen en Disney:
“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”
3. El talento y el esfuerzo van de la mano:
Yo no contaba con el talento para las matemáticas, me costaba mucho concentrarme y jamás lograba entender. Pero mi esfuerzo y mi afán por entrar a Medicina eran mayores que mi prácticamente nulo talento matemático. La primera persona que debe confiar en ti, es ti mismo.
Espero mi experiencia te haya servido, y que de aquí en adelante no tengas dudas que la motivación y perseverancia son la clave para lo que te propongas. Aprovecho la instancia para agradecer a mi mamá que estuvo dispuesta a todo con tal de verme feliz, a mi mejor amiga, que creyó en mi aún cuando yo no lo hacía, a mis amigas de la U por enseñarme que jamás estaré sola en Temuco, a mis mascotas por apañarme en las eternas noches de estudio y a Dios por permitirme llegar a donde estoy.
Que linda y toda la razón Fran! Con todo 👏🏼👏🏼👏🏼♥️