Cuando era niña, tenía varios sueños pero todos estaban relacionados con la universidad, creía que mi futuro asegurado era ser universitaria.
Cuando fui creciendo tenía el objetivo de tener buenas notas, así que me acostaba tarde estudiando, incluso no podría decir cuántas veces me quedé dormida estudiando. En resumen, mi vida eran los libros.
Estuve en preuniversitario dos años, y me obsesionaba con los puntajes en los ensayos de la prueba de transición, muchas veces lloré con mis resultados porque no eran los que yo esperaba. No creía en mis capacidades, ni mucho menos en mis habilidades, pensaba que era inferior al resto sólo por el hecho de que no veía avances en mis puntajes.
Todos los días me ponía a estudiar, habían veces que pasaba todo el día en mi escritorio, donde mi objetivo era entrar a la universidad, con la ilusión de que estando allí no tendría problemas.
Me acuerdo, que una vez hice un test vocacional, para ese entonces mi objetivo era entrar a arquitectura, yo estaba obsesionada con esa idea, y sabía muy en el fondo que si me proponía algo lo iba a conseguir. Así que, a partir de ese test me salió de que mi carrera ideal era pedagogía, yo me puse a reír incluso llegué a la conclusión de que se habían equivocado. ¡Qué ingenua era!
Nunca ví la pedagogía como una opción de ejercerla, por el simple hecho de que no me llamaba la atención, así que seguí con la idea de entrar a mi primer año de arquitectura.
Fue mi peor error, creo que nunca había elegido tan mal algo, es que ni siquiera tenía la mentalidad de un arquitecto y lo pude afirmar con una charla de un arquitecto. A veces me pongo a pensar en eso, y acabo riéndome, no podía estar más lejana de mi vocación.
Entonces, me fui al área de salud, así es, fonoaudiología, me encantaba esa carrera porque yo me quería dedicar al área infantil y hasta veía muchos vídeos de fonoaudiologos donde explicaban cuál era su vocación. Siempre encontré linda esa carrera, hasta podría decir que ha sido mi herida más grande que he tenido, porque muy tarde me dí cuenta de que me gustaba pedagogía.
¿Pero qué aprendí? Aprendí de todo un poco en estas dos carreras, porque después de todo, no fue una perdida de tiempo haberme equivocado, sino una lección de vida.
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